Trastornos del movimiento

Son un grupo de condiciones neurológicas que afectan la capacidad de una persona para controlar sus movimientos voluntarios e involuntarios. Estos trastornos pueden provocar movimientos anormales, excesivos, lentos, espasmódicos o rígidos.
Tipos comunes de trastornos del movimiento:
Distonía: Contracciones musculares involuntarias que causan movimientos repetitivos o posturas anormales.
Corea: Movimientos rápidos, irregulares y bruscos que afectan diferentes partes del cuerpo.
Atetosis: Movimientos lentos y sinuosos, principalmente en extremidades y cara
Temblor: Movimientos rítmicos e involuntarios, como el temblor esencial.
Mioclonías: Contracciones musculares breves y repentinas.
Parkinsonismo: Caracterizado por rigidez, temblores y lentitud de movimientos.
Síndrome de Tourette: Movimientos y sonidos repetitivos (tics).
Causas comunes:
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Daño cerebral: Lesiones prenatales, parálisis cerebral, traumatismos.
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Trastornos genéticos: Como la enfermedad de Huntington.
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Trastornos metabólicos: Déficit de ciertas enzimas.
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Infecciones o intoxicaciones: Que afectan el sistema nervioso central.
Características principales:
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Movimientos anormales (excesivos o reducidos).
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Dificultades en el control motor fino y grueso.
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En algunos casos, alteraciones en el tono muscular.
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Interferencias en actividades diarias, como escribir, caminar o hablar.
Estrategias de Intervención en Alumnos con Trastornos del Movimiento
Adaptaciones físicas:
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Entorno accesible: Aulas con suficiente espacio para moverse sin obstáculos.
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Mobiliario ergonómico: Mesas y sillas con soporte adecuado para estabilizar el cuerpo.
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Tecnología asistiva: Uso de teclados adaptados, lápices especiales o tablets para compensar la dificultad en la escritura manual.
Terapias especializadas:
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Fisioterapia: Ejercicios para mejorar el control motor, el equilibrio y la postura.
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Terapia ocupacional: Actividades para fomentar la coordinación motora fina y la independencia en actividades diarias.
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Terapia del lenguaje: Si los movimientos involuntarios afectan la comunicación o la deglución.
Estrategias pedagógicas:
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Plan educativo personalizado (PEP): Diseñado según las capacidades y necesidades específicas del alumno.
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Uso de tecnología educativa: Programas y dispositivos que minimicen la interferencia del trastorno en el aprendizaje.
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Tiempos flexibles: Permitir más tiempo para completar tareas o exámenes.
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Métodos multisensoriales: Favorecer el aprendizaje visual y auditivo para reducir la necesidad de habilidades motoras precisas.
Fomentar la inclusión social:
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Sensibilización del entorno escolar: Promover la empatía y la comprensión entre compañeros y docentes.
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Actividades grupales adaptadas: Juegos y dinámicas que consideren las capacidades del alumno.
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Deportes inclusivos: Como natación o actividades diseñadas para minimizar los movimientos involuntarios.
Apoyo emocional y psicológico:
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Psicoterapia: Ayudar al alumno a manejar frustraciones relacionadas con su condición.
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Fortalecer la autoestima: Celebrar logros y fomentar la participación activa en el entorno escolar.
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Red de apoyo: Involucrar a la familia y los compañeros para crear un ambiente positivo y de aceptación.
Manejo de los síntomas:
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Terapias farmacológicas: Supervisadas por un médico especialista para reducir movimientos involuntarios o espasmos.
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Control del estrés: El estrés puede agravar los movimientos; se pueden implementar técnicas de relajación y mindfulness.
Colaboración interdisciplinaria:
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Equipo multidisciplinario: Médicos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos y maestros trabajando juntos.
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Revisiones periódicas: Ajustar las estrategias según los avances o cambios en la condición del alumno.